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El viernes 17 de mayo, el Centro de Adultos Pintor Zuloaga, nos ha invitado a visitar el barrio de Santa María. Empezamos visitando la Iglesia del mismo nombre, que fue fundada en 1534. A mí me pareció todo muy bonito, no comprendo como los auténticos gaditanos no conocen las cosas tan maravillosas y con tanta historia que tiene esta ciudad de Cádiz.

Personalmente me gustaron varias cosas, por ejemplo una cruz de madera que está entrando en la iglesia a la izquierda. El guía nos explicó que dentro hay otra cruz de plata y marfil, que tiene un valor incalculable. Cuenta la historia que hace muchos años quemaron la Iglesia y la cruz la dejaron tirada porque no sabían el valor que tenía, gracias a su ignorancia aún la tenemos en nuestro poder. Otra cosa que también me impactó fue que había dos altares. Las imágenes eran preciosas, el Nazareno sobre todo que es el padre de todo el barrio. La gente va a visitarlo y le cuentan todas sus penas y alegrías, todo con la misma intensidad.

Cuando salimos de la Iglesia hicimos un recorrido por las calles del barrio y nos explicaron sus nombres, por ejemplo la Calle Jabonería se llama así porque allí había una fabrica de jabón. También visitamos la Casa de Lasquetty donde vivían 34 vecinos y tenían una cocina y un water para cada planta. Tenían que hacer cola para ir al servicio, gracias a Dios la vida ha evolucionado y ahora está preciosa, cada vecino tiene su propia cocina y su baño. De la casa original se han conservado muchas cosas antiguas, como las columnas de mármol.

Al final de la visita el guía nos contó una historia de una monja que se llamaba María Gertrudis que nació en Cádiz en la Calle Plocia en el año 1742. Era una poeta romántica a la que le llamaban la hija del Sol. Era muy guapa, rubia y con los ojos verdes. Estaba casada con un militar que siempre estaba fuera de casa. Como era tan guapa un chico se enamoró de ella, se veían a escondidas. Cuando el chico, una noche intentaba entrar en su casa por la puerta de atrás para verla, lo siguieron y lo intentaron matar. No murió, pero ella arrepentida de lo que estaba haciéndo a su marido le escribió y le confeso sus infidelidades. Se metió a monja para que Dios la perdonara.

Juani Muñoz (Informática II - Arbolí)